Y mientras las lágrimas recorren mi rostro, mientras miro a ningún lado intentando comprender, te imagino a ti, valiente y entusiasmado, esperando y con mil interrogantes en tu cabeza.

Mientras mi cuerpo está en un lugar, mi corazón está dividido, por primera vez en mi vida siento esa sensación de querer estar aquí y allí, el deseo de sentir junto a mí a las dos prolongaciones de mi ser, porque por primera vez en mi vida, soy madre de DOS.

Cuánto tiempo disfrutándote. Hemos reído a carcajadas en nuestras tardes de cosquillas, nos hemos divertido en tardes lluviosas pisando charcos, en noches de cuentos imaginando mundos nuevos. Durante años hemos formado un trío que con el tiempo aspiraba a ser cuarteto y aunque hemos tenido que pasar por una gran audición para aumentar nuestro grupo, la hemos superado con nota.

CUATRO, somos cuatro, ¿y por qué me siento mitad? He dejado de ser una aquí y una allí. Ahora y hasta que podamos estar juntos siempre dejo una parte de mí donde no estoy. Creo que soy una cuando salgo de casa para ir al hospital, pero a medida que el coche avanza, una estela va saliendo de él para regresar a ti, vuelvo a estar contigo, mi mitad vuelve, porque no sé irme sin estar.

Los viajes en coche transcurren entre llantos y esperanza. Deseo llegar y encontrarme buenas noticias, ansío ver caras alegres que me digan que todo va bien, aunque también veo el reflejo de la incertidumbre y de la preocupación, y después vuelvo a casa y sonrío, te abrazo y te digo que todo va a salir bien. TODO VA A SALIR BIEN, cuántas veces os habré repetido esa frase.

Cuánta cabida hay en el corazón de una madre. Recuerdo que pensaba cómo sería querer a tu hermano si mi amor por ti era tan inmenso, cómo podría dividir ese amor entre dos, ingenua de mí, que desconocía las matemáticas de la maternidad, que cuando creemos que toca dividir, multiplicamos por dos el amor que hay en nuestro corazón.

Tú, el que esperas cada día, preguntando cómo está, cómo es, cuánto pesa, cuánto come, cómo es el lugar en el que está, cuándo vendrá, tú que has aguantado estoicamente los dos meses de espera, tú EL HERMANO MAYOR, para ti también ha sido un gran salto en tu existencia.

Sabes que tienes un hermano, pero no lo ves, no lo abrazas, no lo acunas, no le hablas, no se ríe contigo. Te haces preguntas que de momento no tienen respuesta. Sabes que eres el hermano mayor, pero ansías verlo y comértelo a besos. ¿Por qué no puede venir ya? ¿Pero de verdad va todo bien? TODO VA A SALIR BIEN, te repetía, ya queda un día menos para estar todos juntos en casa.

Hemos pasado nuestra rabia y nuestro dolor bailando al ritmo de heavy metal y lanzando cojines contra la cama, hemos gritado, reído y llorado, y qué bien nos sentíamos después.

Y por fin llegó el ansiado día. Aún puedo recordar tu cara de felicidad ese día en que llegabas del colegio y nos encontraste en casa, bendito día y mágico momento. El maravilloso instante en el que te sentaste en el sofá y te pusimos en los brazos a TU HERMANO, él, el que te otorgaba el título de HERMANO MAYOR. Tu cara, inmortalizada en ese momento con un móvil sostenido por unas manos temblorosas, refleja una sonrisa nerviosa a la vez que enternecedora.

Y ahí mi mundo se para, quiero recordarNOS para siempre. Hemos llegado, lo hemos conseguido, nuestro sueño se ha hecho realidad, y sobre todo el tuyo, que incansablemente has pedido un hermano desde hace años. Para ti comienza una nueva vida igual que para nosotros. Y a partir de aquí bailaremos unidos, y lo haremos a diferentes ritmos, nuestros días se llenarán de cálidas melodías, pero también de sonidos agudos y chirriantes, reiremos y lloraremos, pero ahora sí, al llegar a la próxima audición, siempre diremos: SOMOS CUATRO.

Para ti, el mejor hermano que tu hermano eligió.

Desde aquí mi homenaje a todos los niños y niñas que esperan en casa la llegada de su pequeño bebé.